Apenas una tímida protuberancia abdominal está apareciendo en mi cuerpo, aún es pequeña, de tal forma que quien no sabe que estoy embarazada aún no se atreve a preguntarme, tal vez por no resultar imprudente, podría ser que a últimas fechas descuidé la alimentación y el entrenamiento y no sea una cuestión maternal el cambio en mi cuerpo.

¡Que metida de pata sería esa!

Día a día, sin pensarlo y en realidad sin hacer algo en específico, mi cuerpo se ha ido transformando en el hogar de mi pequeño, es increíble la capacidad que tiene para generar vida, un amigo me ha dicho que esto de estar embarazada es como magia en el cuerpo y creo que es cierto, hasta el momento no he encontrado mejor forma de describirlo, en las clases teóricas del curso psicoprofiláctico no salgo de mi asombro al darme cuenta y hacerme consciente de ésta realidad.

Construyendo un nuevo modelo de mamá

Ha últimas fechas una inquietud ha rondado por mi mente, ¿qué tipo de mamá quiero ser? Así que he estado observando a las mujeres que están cerca de mí y la forma en que son mamás. Me entusiasma saber que siguen estudiando, capacitándose, leyendo e interesándose sobre temas diversos y distintos a cuestiones infantiles; que están trabajando y no sólo son “madres trabajadoras” porque la situación económica lo requiere, sino en realidad disfrutan de su profesión y son exitosas.

Una gran sonrisa de tranquilidad queda en mi rostro al ver a mujeres corriendo en el parque con todo y carriola o participando en alguna carrera en compañía de sus hijos, vistiendo a la moda, viéndose hermosas y sexys.

Me motiva ver a tantas mujeres que continuaron con sus vidas personales, profesionales, laborales y sociales “a pesar de ser madres” y que disfrutan de todas sus facetas, ¿y por qué digo que “a pesar”? Porque tristemente me he topado con la vieja creencia de que una vez que tienes hijos ya puedes irte olvidando de todo, de ti misma, de volver a dormir o vivir en paz, porque lo consumen y limitan todo. Yo me resisto a creer esto, no puede ser cierto, no quiero que sea cierto para mí y mi bebé.

Y entonces he estado pensando en la ardua tarea que hay por delante en esto de la maternidad, ya no sólo es la cuestión de la crianza de los pequeños sino el replanteamiento del modelo “tradicional de mamá” y el desafío que representa equilibrar todas las facetas y roles que puede y quiere jugar una mujer más allá de sus hijos.

De horas y horas de darle vuelta al asunto y de ir tomando nota de lo que me gusta de otras mamás he ido haciendo un borrador con algunos puntos sobre cómo me gustaría ser mamá, y digo “me gustaría” porque también hay que reconocer que uno no se escapa tan fácilmente de las herencias familiares y culturales en las que hay que trabajar diaria y constantemente.

Quiero ser una mamá:

1. Que juega y aprende de su hijo, que respeta su tiempo, sus necesidades, sus procesos, su espacio físico, emocional y social.

2. Informada y abierta al cambio, para no generar o depositar en él creencias equivocadas y limitadoras sobre la vida y sobre sí mismo. Quiero que si algo lo detiene, no sea yo.

3. Que trabaja y resuelve sus conflictos emocionales y existenciales para no pasarle las facturas a mi hijo. Que conoce sus miedos, sus vacíos y su lado oscuro de tal forma que puede protegerlo de ellos. Una mamá que se conoce como mujer, se respeta y cubre sus necesidades para no depender de él, que se reinventa como persona, que busca crecer constantemente para ella y por ella y no sólo “por sus hijos”; que busca constantemente la felicidad, procura su salud (física, mental y emocional) y participa en otros espacios contribuyendo al mundo, porque creo que eso hace hijos más fuertes, felices, seguros de sí mismos y además, no hay mejor escuela que el ejemplo.

4. Que duerme tranquila porque confía en ella, en su hijo, en la vida, porque tiene una visión positiva de la vida y una espiritualidad que conforta en los malos momentos y fortalece en el día a día.

5. Que no perdió la brújula sobre ser pareja.

6. Que trabaja y disfruta su trabajo, conserva a sus amistades, viaja, se divierte, vive y disfruta de la vida y de otros espacios en los que no están sus hijos, y que además, no siente culpa por ello (o q ha aprendido a manejarla al menos).

7. Quiero ser una mamá para la cual mi hijo sea motor, luz, fuerza y fuente de vida extra, una madre que disfrute de serlo y se transforme en una mejor persona en el proceso. ¿Difícil? Tal vez sí, pero conozco a muchas mujeres que lo están haciendo y son mi mayor ejemplo a seguir.

Publicado el 2 de julio, 2013 • 12:26 en

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