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Desarrollo Humano

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Simba, en la película del El Rey León, no quiere esperar: quiere ser el rey ¡ya! Sin embargo, eso no es posible, porque en ese momento hay un rey en el trono y tendrá que esperar a que ese espacio esté disponible; será para él, pero hay que esperar el tiempo correcto.

Hay cosas que tardan en llegar: un amor, una promoción, la consolidación de un proyecto, un bebé, una noticia que cambie el rumbo de las cosas… Hay cosas que llevan tiempo y uno no siempre está dispuesto a esperar o se cansa de tanto esperar. Queremos que se cumplan nuestros deseos y nuestros sueños ¡ya!

Pero no todo gira en torno a nosotros y nuestros deseos, las flores abren cuando tienen que hacerlo, los bebés llegan incluso en los momentos más inesperados y hay cosas que no se realizarán por mucha voluntad, esfuerzo y deseo que tengamos.

Vivimos tan rápido que nos apura que las cosas sucedan de la forma que nos gustaría o que creemos que son mejores, en el momento que nos place, pero no, no todo depende de eso y es necesario aprender a esperar.

Es posible que nos resulte difícil practicar la espera porque deseamos resultados rápidos, porque no confiamos en el proceso, porque creemos que es mejor llegar a la meta que experimentar y disfrutar todo el recorrido.

¿Qué pasaría si soltamos las expectativas del resultado o del tiempo en el que tienen que suceder las cosas? ¿Qué podríamos hacer mientras esperamos?

Tres elementos pueden resultar claves en nuestra existencia:

1. Saber qué es lo que NO quieres en tu vida;

2. Reconocer cuándo es el momento de irte, y,

3. Saber dónde está la salida de emergencia.

Identificar esas cosas que nos incomodan, nos molestan, nos duelen y que no aceptaríamos bajo ningún término lleva su tiempo y requiere un trabajo constante de conocimiento personal, pero vale toda la pena porque se convierte en un gran filtro para la toma de decisiones y te permite observar con claridad aquello que no te conviene, no te aporta y poder decir NO con asertividad y sin culpa cuando se presenta.

¿Qué es lo que no quieres en tu vida? Dilo en voz alta “No quiero ____ en mi vida”, ahora dilo más alto, si puedes hacerlo frente al espejo mejor, ¿qué notas? Es necesario aprender a reconocer nuestra voz para que a la primera nos hagamos caso, pero cómo podríamos hacerlo si tal vez ni siquiera sabemos como se escucha, así que práctica, pon atención y hazte caso.

¿Te ha pasado que estando en un lugar o en una situación sientes una energía interna que te mueve a irte? A veces si hacemos caso y en otras ocasiones a pesar de la incomodidad nos quedamos, ¿por qué hacemos esto? Seguramente conoces historias en las que por un segundo que la persona se fue de algún lugar se salvó de que le ocurriera una tragedia, así uno necesita sensibilizarse y reconocer cuando es el momento para salir de los lugares que nos pueden dañar, escucha a tu cuerpo, él siempre da señales de alerta.

¿Cuándo decidiste lo que hoy eres?

Puede resultar extraña la pregunta sobre todo porque la vida va tan rápida, a veces tan imprevista y otras veces tan rutinaria que podemos “olvidar” que aún entre todo lo que sucede a nuestro alrededor podemos elegir.

En algún momento, que quizás ya no tengas presente, decidiste lo que querías de la vida, hiciste un plan mental de cómo sería, te imaginaste cómo serías cuando acabaras la escuela, encontraras pareja, trabajaras, formaras una familia, viajaras, consiguieras algunas cosas o alcanzaras algunos sueños y entonces te levantaste día tras día e hiciste algo para conseguir esa vida. Tal vez funcionó o quizás no.

Todo el tiempo estamos tomando pequeñas decisiones y eso va construyendo nuestros días, nuestra persona, nuestras relaciones, nuestros proyectos, sin embargo, no somos conscientes del impacto y su importancia, lo tenemos tan en automático que simplemente lo hacemos y sólo nos cuestionamos o nos conflictuamos cuando nos damos cuenta que es una “gran decisión” lo que tenemos enfrente.

A veces en principio decidimos algo, pero a la hora de llevarlo a la acción tomamos otros rumbos y eso modifica todo.

El 30 de abril se celebra en México el “Día del niño y la niña”, la idea principal es recordar los derechos de los niños y promover su bienestar, por este motivo se realizan diversas actividades y eventos culturales, educativos y de entretenimiento en los que los pequeños están al centro, siendo homenajeados, consentidos, apapachados y haciéndoles saber lo valiosos e importantes que son.

El día del niño y la niña también es un buen pretexto para recordar nuestra infancia ahora que ya somos un poco mayores, si nos damos el permiso de explorar en nuestros recuerdos ¿qué encontraríamos?

Es extraño, pero hay eventos y momentos que son como si te sacaran de ti, como si continuaras sólo porque hay que seguir andando, pero tu mente y corazón están en otro lugar. Es como si algo de ti se hubiera desprendido, como si te encontraras perdido, aún en la misma ciudad en la que siempre has vivido. Extraño, pero llega a suceder.

En la escuela, a mi hijo mayor le enseñan que debe aprender su nombre, la dirección de su casa, el nombre de sus papás y su número telefónico, por si se pierde; con esa información, alguien podría ayudarle a regresar con los suyos.

¿Cómo regresar a nosotros cuando nos hemos perdido?

Necesitamos encontrar el camino para regresar a casa, para reencontrarnos y superar ese estado de desconexión.

Quizá podríamos hacer como Hansel y Gretel y buscar las migajas de pan que indiquen el camino que nos regresará al hogar. Buscar algo que nos recuerde quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos, e incluso por qué estamos haciendo lo que hacemos.

En los hoteles existe un curioso letrero que se utiliza en los picaportes de las puertas para expresar el deseo de no ser molestado, un pequeño cartoncito con la leyenda “Favor de no molestar” o en inglés “Please do not disturb” le hace saber a las personas en el exterior de la habitación que la persona en el interior no quiere ser molestada bajo ningún motivo.

Nosotros no tenemos letreritos mentales de “No molestar” y con frecuencia dejamos “pasar” pensamientos, comentarios, situaciones o actitudes de personas que nos sacan de balance y nos llevan a lugares incómodos e incluso nos restan energía y recursos para lo que si importa.

Estoy segura que puedes ubicar un momento en el que te encontrabas a gusto contigo, con la vida, con el momento que estabas viviendo, en el lugar en el que estabas y algo rompió ese instante, una persona con un chisme, un mensaje, una noticia en los medios, un post en alguna red social, un recuerdo, un pensamiento negativo, y entonces ¡zaz! No sólo se rompe el equilibrio y la tranquilidad en tu persona sino da inicio a una dinámica en la que rápidamente se puede ganar intensidad, negatividad, drama, pensamientos negativos y emociones que fácilmente se pueden desbordar.

¿Qué pasaría si de principio identificamos esas situaciones a las que le vendría bien el letrerito de “favor no molestar”?

“Cuando algo está mal, voltéalo y busca algo mejor” canta Daniel Tigre, personaje de dibujos animados de una serie de televisión para pre escolares, cuando algo no sale como espera y busca una opción para darle vuelta al asunto y encontrar un mejor resultado, por supuesto que naturalmente de él no salió, como es pequeño los adultos que están a su alrededor le enseñan cómo hacerlo.

Tu ¿cómo aprendiste a darle un giro más conveniente para ti a las cosas que no salen bien?

Cuando algo no sale de acuerdo a nuestras expectativas o deseos es usual frustrarse y dependiendo de las herramientas con las que contamos es que será más o menos sencillo remontar el asunto e incluso conseguir que las cosas salgan mucho mejor de lo esperado.

Con los pensamientos podríamos hacer lo mismo, ¿lo has intentado?

A finales del año pasado una pequeña remodelación se convirtió en un caos de meses, y aún no termina, yo en un primer momento pensé que podría hacerlo sola ¿qué ciencia puede tener pintar un muro? Desde mi ignorancia, a mí me parecía una tarea realmente sencilla pero en manos del especialista se descubrió que necesitaba algo más que pintura y que era algo que definitivamente una mano inexperta, aunque entusiasta y con youtube, no podría resolver.

“Somos un equipo señora” me dijo el fumigador después de poner sus productos por toda la casa con el propósito de deshacernos de unos pequeños insectos que había encontrado unos días antes y para lo cual me había dado la instrucción de sacar absolutamente todo de la cocina y limpiar a fondo, ya que de otra forma no funcionaría, y él no se iba a arriesgar a que no funcionara.

Recientemente acudí con la ortopedista y después de una cuidadosa revisión indicó una serie de medicamentos que me han quitado el dolor que he tenido en el cuerpo durante años, años dolorosos que podrían haberse evitado si hubiera acudido al especialista correcto al primer momento de molestia.

Hace un par de semanas mi hijo el pequeño tuvo un accidente con el agua caliente que lastimó severamente su piel, acudimos con la dermatóloga y seguimos el tratamiento que recomendó, casi no queda huella del incidente, me queda claro que de otra forma ahí estaría la marca de por vida.

¿Por qué solemos darle vueltas al asunto antes de acudir al especialista correcto?

La vida tiene hermosas planicies y valles, y también montañas escarpadas; días soleados en color de rosa y olor a café recién preparado o a tierra mojada por el rocío de la mañana, y también días en los que se complican las cosas de tal forma que cada paso resulta un tropiezo y terminas tirado en el suelo.

¿Qué haces cuando la vida te ha golpeado, tirado, arrastrado y dejado malherido en el piso?

¡Levántate!

No siempre es sencillo, en ocasiones es profundamente doloroso o requiere mucho tiempo, esfuerzo y energía, pero puede ser más llevadero si cuentas con una red que te sostenga, un alguien que te eche porras, te anime, te espere pacientemente en lo que recuperas fuerzas para levantarte, o está cerca de ti quien tenga el kit de primeros auxilios para rodillas, tobillos, pies y corazones lastimados.

Hace un año, cuando la expectativa ante la contingencia por COVID-19 era guardar una cuarentena, muchos memes se hicieron señalando aquellas actividades que podrían realizarse al estar en casa, una fantasía que se estampó contra la realidad del confinamiento.

Y es que estar en casa resultó algo muy diferente de lo que se había imaginado; al paso de los meses, nos ha revelado no sólo la insuficiencia de los espacios físicos sino nuestros vacíos, necesidades y deseos más profundos.

Así, al paso de los días, fue inevitable echar un vistazo a la casa y a nuestro interior para darnos cuenta de quiénes somos e imaginar quiénes podemos llegar a ser.

Incuantificables son las horas que pasamos en labores de trabajo, limpieza, orden, organización, cuidados, descartes, desvibraciones tanto del espacio físico como del mental y el emocional.

Días en los que parecía que todo iba más o menos encarrilado y, otros, totalmente descarrilado… Y, de nuevo, intentando llevar a buen puerto las cosas.

Se pensaba en un mes, que se convirtió en un año… y aquí seguimos. ¿Cómo lo hemos hecho?

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