Escrito por

Déborah Buiza G.

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Mi abuela materna solía decir que no hay corazón desocupado, refiriéndose a que todos tenemos en algún momento alguna aflicción. Durante estos meses me ha quedado claro que el embarazo y la maternidad es como una montaña rusa en la que puedes sentirte muy feliz, eufórico, divertido y entusiasmado pero también con náuseas, asustado, temblando y hasta gritando o llorando.

No puedo quejarme, en general he tenido un buen embarazo en comparación a las historias de terror que circulan por ahí y considerando las ideas catastróficas que tenía al respecto de esta etapa (por ejemplo y por la experiencia que había vivido hace algunos años, ya me figuraba que me pasaría la gran parte del embarazo encamada). Como todo en la vida, he tenido días muy buenos y felices y otros no tanto.

¡Que susto!

Hace una semana hemos pasado el primer susto como padres primerizos. Había tenido una semana agitada, llena de actividades y emociones, RRO y yo estábamos disfrutando de un momento a solas como pareja cuando un sangrado abundante se hizo presente. Sin entender que estaba sucediendo y tratando de mantener la calma salimos corriendo al servicio de urgencias médicas. Ya era tarde, llovía, los nervios nos jugaban una mala pasada y no lográbamos encontrar el hospital al que nos dirigíamos, RRO había olvidado su cartera y el celular y yo traía la batería baja en el mío.

En algún momento todos tenemos ideas románticas e idílicas respecto a ciertos temas o situaciones en las que pasamos por alto algunos “detalles” para enfocarnos sólo en ciertos aspectos, por lo general en el resultado final.

Ahora que estamos en el último trimestre me doy cuenta que tenía una idea un poco “rosa” respecto a los bebés, creo que siempre me enfoque en esa parte de la historia en la que ya se encuentra en tus brazos y de alguna forma no reparé en todo el proceso que tendría que llevar a cabo para que ese momento sucediera. En fin, la mente y sus cosas.

Estamos en la semana 30. Cada día lo siento más moverse dentro de mí y si pongo atención a mi panza puedo ver como se mueve, es una sensación extraña pero increíble, incluso al oír voces graves se mueve aún más.

Todo lo que nos sucede en la vida puede resultar una experiencia de aprendizaje y crecimiento si logramos mirarla con ojos abiertos y dispuestos. El embarazo resulta ser una de esas etapas que pone a prueba quien has sido y si te dejas te puede transformar para bien o para mal.

Durante estas semanas he ido aprendiendo sobre el pequeño ser que por el momento habita en mí pero también sobre mi misma, mi pareja, mi familia, mis amigos, mi entorno. Cada día descubro algo nuevo, temas nuevos, sensaciones y preocupaciones nuevas.

Del recorrido que hemos hecho hasta el momento podría listar diez puntos sobre esta maravillosa oportunidad que la vida me ha regalado y que me gustaría compartir con otros futuros papás primerizos:

Es muy común la frase “como soy su… (abuela, abuelo, tío, tía, etc) estoy para consentirlo, sus papás que lo eduquen” y por lo general la idea de quien lo dice al consentir al pequeño (a) es dándole dulces, frituras o transgrediendo alguna norma o límite que los papás han acordado poner en su intento por formar al nuevo integrante de la familia.

Siempre me he preguntado, ¿cuánto tarda un papá o una mamá en revertir los efectos de un familiar bien intencionado que consiente a su niño? ¿no será un doble trabajo el tratar de reconstruir lo poquito que habíamos ganado y que “amorosamente” tiraron en un tris tras protegidos en la posición de “yo soy su…”? ¿En qué momento se nos ocurrió que la manera de consentir a un niño es dándole de comer azúcares, grasas, harinas y bebidas carbonatadas que sólo minan su organismo dejándolo vulnerable a las enfermedades? ¿Eso es lo que queremos para los pequeños (as) que amamos?

Si antes me llamaban la atención las cuestiones de alimentación, ahora con el bebé en camino se han convertido en una preocupación.

Hay personas a las que admiro mucho, por sus conocimientos, por la actividad que realizan y por la aportación que hacen a la vida de los demás, entre ellas se encuentran los Técnicos en Urgencias Médicas.

Hace un par de años me interesé por tomar capacitación en primeros auxilios y fue cuando conocí un poco de su mundo; más allá de lo que pudiera haber aprendido sobre atención de emergencias (lo cual considero insuficiente para enfrentarme a una situación real), se abrió frente a mí un escenario distinto respecto a lo que es importante, lo que es urgente y me llevó a cuestionarme sobre muchos temas.

Este año por estar embarazada consideré poner pausa a algunas actividades, entre ellas la continuidad en la formación en primeros auxilios ya que implica un esfuerzo corporal que por ahora no puedo hacer, sin embargo afortunadamente, en el lugar donde estamos tomando el curso psicoprofiláctico también tienen un curso de primeros auxilios pediátrico y aprovechando la ocasión me inscribí.

Tomar precauciones para evitar preocupaciones

He leído que el embarazo provoca muchas cosas en los futuros padres, entre ellas, el querer saber su origen, la historia de su nacimiento. Todo cuenta e influye en la construcción de una nueva persona (eso es lo que nos hace tan únicos), eso incluye la historia familiar y el contexto en el que nacemos, la historia de nuestros padres y del embarazo, lo que sucede antes, durante y después del parto, etc. Parece que la curiosidad por nuestra historia es alentada sutilmente por el proceso de ser ahora quienes demos vida.

¿Y cómo llegué yo a este mundo?

No fue hace mucho que nací, sin embargo mi madre no me conoció de anticipado, fue una época en la que no se utilizaba de manera regular el ultrasonido y sólo supo que era una niña cuando mi abuela materna le dijo que “seguiría tejiendo vestiditos”. La consulta con el médico consistía en la medición del abdomen y el escuchar mi corazón con un aparatito que dice mi madre era como una “copita”.

Mi madre no me conoció cuando nací. Me ha explicado mi ginecólogo que traer niños (as) al mundo ha ido cambiando con el paso del tiempo, los avances tecnológicos y los descubrimientos en el campo de la medicina. Hubo un tiempo en el que dar a luz se podía hacer “dormida”, es decir, te anestesiaban antes del parto y al despertar tenías entre tus brazos al pequeñito (a) que había estado en tu cuerpo durante 9 meses. Así nos conocimos mi mamá y yo, casi un día después.

Hasta el momento había sido resuelto el tema de la ropa para ir a la oficina pero con unos días de vacaciones por delante me dí a la tarea de ir en la búsqueda de algo de ropa cómoda para viajar. Recordaba la existencia de una tienda de ropa de maternidad que se encuentra en el Centro y de la cual siempre me decía cuando pasaba por ahí “cuando esté embarazada vendré”, ahora era el momento de visitarla.

Pronto me encontré entre vestidos, overoles y blusas de maternidad con bordados de animalitos. ¿Por qué el diseño de alguna ropa de maternidad incluye bordados de animales bebés? ¿Por qué la ropa parece funda de lavadora? Sin duda, sigue resultando buena idea la recomendación de una amiga de usar leggins combinados con alguna blusa, camisola o playera de algodón, la verdad, prefiero parecer boa constrictor a electrodoméstico de línea blanca vestido.

¿Y si no le caigo bien a mi bebé?

¿Han visto como los gatos estando de pie de repente cierran sus ojos, se balancean lentamente y de repente ya están durmiendo, a cualquier hora, en cualquier lugar? Pues así yo, sobre todo después de comer.

Durante los primeros meses de embarazo no me había dado ese sueño galopante que dicen te toma por sorpresa hasta en los lugares más inesperados y en las circunstancias menos idóneas, es más, había tenido problemas para dormir en la noche, entre las pesadillas, las idas al baño y la sed pase varias noches sin dormir horas completas.

Ahora, creo que empieza a hacer su aparición el síntoma del sueño, cosa que me parece muy bien ya que todo mundo me ha “animado” con aquello de que en la vida vuelves a dormir igual.

Cursos, libros, red y algo más…

Apenas una tímida protuberancia abdominal está apareciendo en mi cuerpo, aún es pequeña, de tal forma que quien no sabe que estoy embarazada aún no se atreve a preguntarme, tal vez por no resultar imprudente, podría ser que a últimas fechas descuidé la alimentación y el entrenamiento y no sea una cuestión maternal el cambio en mi cuerpo.

¡Que metida de pata sería esa!

Día a día, sin pensarlo y en realidad sin hacer algo en específico, mi cuerpo se ha ido transformando en el hogar de mi pequeño, es increíble la capacidad que tiene para generar vida, un amigo me ha dicho que esto de estar embarazada es como magia en el cuerpo y creo que es cierto, hasta el momento no he encontrado mejor forma de describirlo, en las clases teóricas del curso psicoprofiláctico no salgo de mi asombro al darme cuenta y hacerme consciente de ésta realidad.

Construyendo un nuevo modelo de mamá

Estoy en esa etapa en la que alguna de mi ropa me queda pero ya muy justa, los pantalones me incomodan y los bras que tengo ya no son adecuados, pero aún no me cambia totalmente el cuerpo para buscar ropa 100% de maternidad.

Nunca ha sido una de mis actividades favoritas comprar ropa y ahora en este estado me parece una misión casi imposible. He recorrido varias tiendas aún sin éxito. Mi primer intento por encontrar algo cómodo en ropa interior fue desafortunado.

¿Han visto que la ropa interior de maternidad en su mayoría es espantosa? ¿Lo cómodo tiene que ser feo? ¿Será que siendo mamá debes perder el glamour? Y así, sin saber que probarme, voy al vestidor de una tienda con un par de brassieres horribles de maternidad y a medio cambio, me apagan la luz y me dicen que ya han cerrado la tienda. ¡AH! ¡Me he quedado a medio vestir (o a medio desvestir, como se quiera ver) a oscuras y con un bra espantoso puesto! ¡Que miedo!

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