Soy muy afortunada. Ni mi madre, ni mi suegra han metido su cuchara para opinar respecto a la crianza de Emiliano y mi marido ha sido respetuoso y prudente, por lo que hasta el momento hemos logrado tranquilamente coincidir en aspectos que nos son importantes para nuestro hijo, es el caso de la alimentación y el sueño.

Sin crítica ni opiniones todo ha sido más fácil, más no miel sobre hojuelas, hay tanta información sobre todos los aspectos de la crianza que es muy fácil perderse, confundirse y sentirse culpable por lo que uno hace o no hace.

Mi mamá cuando yo llegue al mundo sólo tenía de apoyo un libro que según recuerdo se titulaba “Su niño” publicado por Selecciones, herencia de su comadre, que consultaba cuando le surgía una duda, ella hacía lo que podía, lo que su intuición y sentido común le dictaban, estábamos ella y yo solas aprendiendo a ser madre e hija y creo que nadie opinó sobre si lo hicimos bien o no.

Ahora en mi turno de ser mamá, cualquier duda (por mínima que sea) puedo consultarla a San Google o San YouTube y estoy inscrita en grupo de mamás en una red social en la que es posible escribir no sólo las dudas sino compartir el día a día en esta experiencia de crear y criar seres humanos, ahora (afortunadamente) es posible coincidir con otras mamás solidarias que comparten lo que saben y lo que les ha funcionado con sus pequeños.

Yo aprendí a bañar a mi bebé y a usar el fular viendo un video en YouTube y leyendo ciertos post me alivia saber que hay otras mamás que les inquieta lo mismo que a mí; me reconforta saber que no estoy sola en esto de ser mamá en un tiempo como en el que vivimos y la gran parte del tiempo me siento acompañada.

Sin embargo, con tristeza me doy cuenta que vivir en un tiempo en el que hay tanta información disponible y se “comparte” tanto en las redes sociales, también tiene sus contras.

El tipo de alimentación, la lactancia, dejarlos llorar o no, cómo poner límites, horarios y patrones de sueño, el colecho, el manejo de los berrinches, el tipo de educación, de sí los formas para ser felices o para ser responsables, las vacunas, dejarlos ver o no televisión, etc, etc, etc; son temas que causan polémica y división entre las mamás y sus entornos. Argumentos y estudios científicos de un bando y de otro, y sus defensoras criticando y opinando a la menor provocación (a veces con buena intención pero con poca empatía y tacto) que es difícil no sentirse en algún momento incomoda u ofendida, resulta que ahora no sólo te puede criticar tu entorno primario, sino también personas que ni siquiera conoces, ni te conocen.

La maternidad “expuesta” a la crítica y opinión ajena de miles de voces que creen tener la razón respecto a la crianza.

El nivel de tolerancia, paciencia, prudencia, respeto y sabiduría se pone a prueba cuando tienes un bebé, tal parece que todo mundo sabe que hacer mejor que tú (y la verdad es que uno sabe muy poco o lo que sabe no funciona siempre), y hay quien de buena gana y de buena forma comparte lo que sabe, pero hay quien con soberbia claramente critica y juzga.

Antes quizá la madre, la suegra, la abuela, la cuñada o las tías cercanas eran fuente de información, opinión o crítica (y ya eso era difícil de sobrellevar) pero ahora somos “tan modernas” que tenemos a la mano mil y un experiencias sobre crianza y contamos con muchas otras mamás que también hacen lo que pueden pero que comparten, aconsejan y hasta regañan… a veces uno se queja de andar sola en la maternidad y a veces anda una demasiado acompañada y enfurruñada.

Ya voy creyendo que en esto de la maternidad encontrar el punto medio es el gran reto (el otro es aprender a vivir en la eterna duda e improvisación), encontrar lo que a una y a su familia le funciona, con lo que una se sienta cómoda, tal vez no queda más que escuchar y tomar dentro de todo ello lo que una considere mejor, asumiendo con responsabilidad los efectos de esas decisiones que con mucho amor (y a veces temor) se toman… y después de eso, ponerse alegremente orejas de pescado y un gran letrero que diga “el respeto a la crianza ajena es la paz”.

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¿Cuántas madres se necesitan para criar un niño?

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