A veces tenemos tantas ideas que no encuentran salida, que se quedan dando vueltas sin llegar a ningún lugar, aunque sí entorpecen nuestro buen humor y las tareas que tenemos contemplado realizar; ideas que tuercen los pensamientos y merman nuestro estado anímico, poco a poco.

Es como si el aire que respiramos se pusiera denso, irrespirable, asfixiante, enrarecido; casi podemos sentir cómo nos quedamos sin aire y el ahogo en la garganta.

Moscas dando vueltas en círculos, las ideas de proyectos inconclusos o pendientes, ese problema que parece no tener solución, los recuerdos de un mal amor, o los momentos de una relación que no da para más; las hojas en blanco o las situaciones que no sabes cómo enfrentar, y también aquellas que han rebasado las fuerzas y las habilidades presentes. ¿Por qué no darles un poco de aire?

Y no me refiero a botarlas y eliminarlas para siempre, sino a darles un poquito de aire, dejarlas sólo por un momento para respirar profundo, despejarse, mirar a otro lado, abrir una ventana, dejar que entre nuevo aire y luz, orear la habitación para tomar fuerzas y seguir.

Si ya no puedes más, no le des más vueltas. Detente y respira profundamente, tantas veces como lo necesites, hasta que poco a poco notes la diferencia.

Cambia de aire, y si las cosas se han tornado difíciles hasta para hacer eso, por el tema de la pandemia y las medidas sanitaria, si nos ponemos creativos podríamos encontrar el modo de respirar un aire diferente, que nos refresque los pensamientos y el corazón.

Abre las ventanas, cambia las sábanas, cambia los muebles de lugar. Sal a caminar o a correr un poco, en algún lugar rodeado de la naturaleza; desconéctate de todo, en especial de las redes sociales, de los servicios informativos, de las aplicaciones que te permiten estar “en contacto” con los demás; apaga los programas televisivos de siempre, prende un difusor con un aroma que te remonte a algún lugar que te encante o una vela de cítricos; ve una película que te haga reír o llorar sin darle muchas vueltas, y respira profundamente.

Tomar aire fresco siempre es necesario cuando el ambiente se enrarece. Sabes perfectamente cómo hacerlo. Cambia de aire siempre que lo necesites. Después de eso, estoy segura de que las cosas se verán diferentes y podrás enfrentarlas con un ánimo distinto.

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