El noviazgo es la relación exclusiva entre dos personas, con probabilidad de que termine en matrimonio. Hay muchos tipos de noviazgos, cada uno es distinto. Pero, ¿para qué sirve el noviazgo?

El noviazgo sirve para conocerse, uno mismo y al otro. Aspecto fundamental, ya que no se puede amar lo que no se conoce. Sirve como experiencia de aprendizaje al ensayar formas de comunicación y de expresión del amor. En el noviazgo se sientan precedentes de la relación matrimonial, por eso es importante establecer reglas claras, de respeto, de comunicación, de confianza, de principios y valores compartidos, pero sobre todo tener muy claro que constantemente nos enfrentaremos al conflicto.

El conflicto puede provenir de las expectativas, creencias o necesidades de cada persona involucrada en la pareja; el noviazgo permite aprender la manera de resolver estas diferencias, con éxito y en otras ocasiones de manera negativa. Lo importante es destacar que el conflicto es natural en las relaciones de pareja, hay que estar atentos para no caer en contradicciones con nosotros mismos con tal de resolver los problemas, hay que ver un foco rojo si en la relación observamos conductas nocivas.

La experiencia del noviazgo nos permite dar lo mejor de nosotros mismos, nos ayuda a crecer, y si no es así debemos hacer un alto y reflexionar qué es lo que estamos haciendo. Debemos detenernos si dentro del noviazgo se presentan conductas de riesgo –alcoholismo, drogadicción-, si existe bajo rendimiento escolar o laboral, si hay sentimientos de culpa o tristeza, si prevalecen las mentiras, el aislamiento o hacemos cosas a escondidas, etc. Debemos monitorear nuestra salud física y mental. Trabajar la autoestima, poner límites, conocernos y contar con una red social de apoyo.

Actualmente, hemos caído en lo que podríamos denominar noviazgos ligth, en los que prevalece la falta de respeto, del mínimo compromiso, con una preferencia por el rápido acercamiento erótico, la expresión irresponsable de la sexualidad, y una ausencia de interés por conocer al otro. Son relaciones vacías, con principios y valores distorsionados, aún más, sin la expectativa de formalizar una unión, “sólo pasar el rato y divertirse”. En otro punto, aún más peligroso, están los “noviazgos violentos” y la codependencia.

El reto es construir noviazgos saludables, libres de esquemas de violencia, que lleven a relaciones de convivencia sanas y que se orienten a la conformación de matrimonios con relaciones sanas, liberadoras, responsables de procrear y educar hijos. Si consideramos a la familia como la célula primordial de la sociedad, es fundamental reconocer la importancia del noviazgo en nuestra sociedad.

Estar enamorado no es suficiente. Se necesita mucho trabajo cotidiano para construir y vivir en pareja. El noviazgo es el momento ideal para empezar a conocer al otro y exige el conocimiento de uno mismo.

Publicado en revista Signo de los Tiempos, Año XXIII, No. 164, marzo de 2007, pag. 7.

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